En la vida cuando nos viene la lluvia de la adversidad podemos buscar refugio para guarecernos o seguir caminando si no tenemos dónde.
Pero lo que nunca debemos hacer es detenernos a empaparnos o salpicar a los demás.
Pero lo que nunca debemos hacer es detenernos a empaparnos o salpicar a los demás.
No nos queda otra que admitir que la lluvia también cae para nosotros y no solamente para los demás y hasta en esos momentos debemos considerar que cada uno soporta la suya sin que ello nos haya de llevar, incluso, a negar esa realidad bien palpable ya que el autoengaño no es solución como tampoco lo es la conmiseración.
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