ser conscientes de la naturaleza de nuestros actos,
de aquellos que nos distinguen o nos confunden.
Hay una forma de mirarla, sentirla y, por tanto,
vivirla que nos hace especiales.
Es la de ser adultos responsables, en nuestro caso,
que nos da libertad y sabiendo que cuando recorres conjuntamente ese camino
Es la de ser adultos responsables, en nuestro caso,
sintiendo como niños y, en consecuencia, siendo capaces
de ver a través de esa mirada desapegada y limpia de intereses mezquinos
y así es como quizá podríamos acercarnos a vivir un amor
que nos da libertad y sabiendo que cuando recorres conjuntamente ese camino
eres capaz de ser adulto sintiendo como niño y reconociendo en la otra persona
su alma de niño o niña según el caso porque únicamente en la pureza está la clave
sin otro particular que vivir lo que la vida te da.
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